Siempre hemos definido “Chicas paranoicas” como una comedia disparatada sobre el mundo de la moda, pero nunca hemos explicado el porqué de la elección de ese tema en concreto, aunque existen varias razones de peso para situar la película en el mundo de la pasarela.
En primer lugar, la moda es un tema muy potente y repleto de posibilidades y matices, que nos facilita personajes interesantes y originales, así como situaciones que están muy alejadas de la rutina del ciudadano medio, lo que las hace valiosas desde un punto de vista cinematográfico.
Además de esto, es un mundo de profundo interés y atractivo, por la doble cara que presenta. Hablamos de la parte visible, de espectáculo y glamour, de cámaras y focos, en contraposición a su complejidad entre bastidores y su cara oscura de desórdenes alimenticios, sufrimiento, competitividad e incluso drogas. La moda tiene su fachada resplandeciente, de gran atractivo para el cine, pero también su trastienda más desconocida y tenebrosa y no por ello menos cinematográfica.
Otro elemento clave a la hora de elegir el tema es el hecho de que Pedro Del Santo es, antes que director de cine, fotógrafo de moda, lo que lo convierte en conocedor del mundo de las pasarelas “desde dentro”. A partir de esta experiencia directa en el mundo de la moda, la evolución natural de un fotógrafo bien podría ser el cine y así nació Esquizofrenia y más tarde Chicas paranoicas.
El hecho de que el cine no haya puesto demasiado su mirada en un tema tan potente como la moda podría considerarse el último ingrediente del cóctel en el que estamos embarcados.
Definitivamente, la moda en el cine es nuestro tema.